Adrián Uribe confesó que en una ocasión fue contratado por narcotraficantes, a través de engaños, para trabajar en una fiesta.
"Llego a una hacienda y empecé a ver a personas con armas largas… y aquí estoy vivo. Ahora sí que hice un show privado, pero de mi libertad", cuenta el famoso conductor y comediante en el podcast "La Cotorrisa", conducido por Ricardo Pérez y Slobotzky.
Y aunque ya pasó tiempo del suceso, aún se le quiebra la voz al recordar que en ese momento sintió que su vida corría peligro.
"Me dijeron 'vas a ir a un show de un empresario, te van a recoger en una caseta rumbo a Cuernavaca'", recordó, "(al llegar) vi que nunca me habían mandado un chofer armado y dije 'qué buena onda que me están cuidando'".
Al llegar a la hacienda en donde se celebraba la fiesta, Adrián Uribe vio gente que portaba armas largas y empezó a ponerse nervioso por no cometer errores en su espectáculo, al que llevaba a su personaje, el policía de tránsito, "Poncho Aurelio".
"Había más gente en la parte de arriba que abajo, eran 30 personas que me estaban viendo, y resulta que era un empresario, pero yo no pregunté qué tipo de producto vendía. De repente me dicen: 'Ya va a llegar el patrón' y pues sí, resulta que era uno de los top, y dije: 'Madre mía, ¿qué estoy haciendo aquí?’, pero no puedes decir que no", contó.
Adrián Uribe comenzó su rutina, que ya la hacía en automático, y se da cuenta que una parte hablaba de incautación de mariguana, pero inmediatamente pudo sacarle la vuelta al guión.
"Hasta cuando empiezo a decir la rutina, que yo decía por default, me doy cuenta de lo que hablaba una de las partes y empiezo a decir: '¿Qué creen? Nos mandaron a hacer un operativo e incautamos 10 kilos de marihuana', y en eso (pienso) madres, ¿qué estoy diciendo?… 'Y entonces nos dice mi comandante que la tenemos que quemar... y es hora que no nos la acabamos'", narró haciendo alusión a que se fumaba un porro.
El chiste desató la carcajada de los asistentes y al ver que al que los demás llamaban 'patrón' también se divertía, el comediante sintió alivio.
"Afortunadamente, el güey hasta nos mandó llamar al final... y gracias a Dios no pasó nada, nos fuimos todos, veníamos en la carretera sudando. Fue una anécdota que sí estuvo ruda", dijo.
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