¿Alguna vez has estado en una relación en la que pones todo tu esfuerzo y dedicación, pero la otra parte no hace nada? Todos en algún momento hemos luchado con todas la ganas del mundo por hacer que una relación funcione, sin embargo, a la otra persona le importa un bledo.
Es muy difícil vivir con alguien que no pone de su parte para mejorar. Cuando esto sucede te desgastas emocionalmente y ves cómo las ilusiones que tenías, cada vez se hacen más inalcanzables.
Antes de continuar con esa persona por costumbre, miedo, dependencia económica, por los hijos o hasta por “el qué dirán”, deberías plantearte si realmente vale la pena sacrificar tu presente y tu futuro por esa relación.
Uno de los puntos más importantes que debes considerar es que la gente no cambia, ¡punto y se acabó! ¿Para qué insistes en que otro modifique su comportamiento y sentimientos? No te engañes, es agotador y sencillamente no es posible. Es como darte contra la pared una y otra vez.
Claro, si has tratado por todos lo medios de “llevar la fiesta en paz” y has dado lo mejor de ti pero no recibes a cambio lo que mereces; respeto, apoyo, compresión y lealtad, considera –por más doloroso que sea– terminar esa relación antes de que te desgastes.
Nadie que traiga ansiedad o inseguridad a tu vida es bueno para ti. La señal más clara de que estás con la persona indicada es que la mayor parte del tiempo sientes tranquilidad y paz interior.
Tu amiga,
María Marín