Mis amados dueños del Universo, ¡espero estén muy bien! Esta semana he querido hacer un repaso de la historia y las maravillosas fantasías que hemos creado los seres humanos para alimentar nuestra cultura. Quiero contarles sobre el origen de los duendes y las hadas.
Ellos son representados a menudo como hombres y mujeres jóvenes de gran belleza que viven en bosques y otros lugares naturales subterráneos, así como en pozos y fuentes.
En el folclore alemán existía la creencia de que los duendes eran aquellos bromistas dañinos que podían causar enfermedades a los ganados y a la gente, además de provocar pesadillas a los durmientes.
Los Celtas dicen que estos seres descienden de los ángeles rebeldes, los cuales fueron obligados a vivir en el mar, en el aire o en los profundos abismos de la tierra. Los Bretones piensan que después de la Guerra de los Cielos, los ángeles “buenos” se quedaron aquí, y los ángeles rebeldes fueron arrojados al infierno, en compañía de Lucifer, mientras que los que permanecieron neutrales se quedaron en la Tierra como hadas y elfos.
Los islandeses aseveran que en el Paraíso Terrenal en el que se hallaba Eva lavando a sus hijos en las orillas de un río, Yahvé le habló. Asustada, escondió a los hijos que no había lavado todavía, y le preguntó Yahvé si estaban allí todos sus hijos, y ella contesto que sí. Como no le convenció esta respuesta, advirtió a Eva que aquellos que le había ocultado quedarían ocultos al hombre también.
Estos niños se convirtieron en elfos o hadas, y en los países escandinavos se les denominó como la raza Huldre. Los jóvenes huldres son de una gran belleza, pero provistos con largas colas de vaca o apareciendo con las espaldas hundidas, y solo son hermosos de frente, respondiendo así al engaño de su origen.