Fui a comprar el regalo de cumpleaños de una amiga que me rogó que no se me ocurriera decirle a nadie que cumple 40 años. Tras finalizar mis compras fui a escogerle una tarjeta y cuando comencé a ojearlas, me sentí abrumada con la excesiva colección de postales que existen para mujeres que cumplen los cuarenta años.
Todas las tarjetas, sin excepción, insinuaban jocosamente que a esa edad ¡la juventud se ha esfumado! Una de las tarjetas que leí, decía: “cumplir 40 no es malo… ¡es una tragedia!”. ¿Por qué las mujeres odian entrar en la cuarta década de sus vidas? Mientras estamos en los veintes y treintas, todavía somos consideradas jóvenes y nuestra responsabilidad en dichos años es preparar la base de nuestro futuro. Existe una expectativa, impuesta por la sociedad o por nosotras mismas, que nos hace creer que si a los 40 años no tenemos nuestra vida en orden –familia, hijos y un buen trabajo- entonces “se nos pasó el tren”. ¿Quién inventó que a los 40 la vida va en decadencia?, ¡qué locura!
Nosotras florecemos entre los 35 y los 45 porque hemos vivido lo suficiente y poseemos la experiencia para tener una visión clara de lo que queremos. Es entonces cuando estamos listas y preparadas para perseguir nuestras metas, o comenzar una nueva. Puedo hablar con convicción acerca de este tema porque cuando yo entré en mis 40, mi vida personal y profesional se encaminó hacia el éxito; publiqué mi primer libro, conseguí mi primer contrato en la radio, empecé mi gira de seminario por todo el mundo y dejé atrás un matrimonio que drenaba mi energía.
El número 40 representa la placidez de seguir siendo joven pero con experiencia e ideas más claras. Te conoces mejor a ti misma, tienes más serenidad, el amor es más profundo y con menos dramatismo y te sientes más segura de ti misma. Además, ¡Los 40s son los nuevos 30s!
María Marín
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