Tiene más de 30 años trabajando en la televisión, pero antes ya había viajado por el mundo como paparazzo para importantes revistas americanas y de España, y aunque ya tiene 65 años de edad, Raúl de Molina no puede retirarse.
¿El motivo? En realidad son varios, pero el principal fue que su fondo para el retiro se vio mermado al pagarle a Mía, su única hija, una carrera que le costó cerca de un millón de dólares en Washington, dijo en entrevista al Chabán Podcast.
"Yo quería que ella fuera a una buena Universidad. Los primeros seis meses fue horrible porque estaba de fiesta todos los días", contó al presentador Alejandro Chabán, quien como él, desde niño lidió con la gordura.
De Molina dijo a Chabán que su hija alteró los resultados y se puso buenas calificaciones, para que no se dieran cuenta que no estaba estudiando, sino de fiesta con amigas y un novio con el que se la vivía en los mejores restaurantes y discotecas de Washington.
"Dos meses después nos dimos cuenta que Mía había suspendido cuatro de cinco clases, por una amiga nuestra a la que se lo había contado. Ella (Mía) había cambiado los números en un papel que nos dio y que nos dijo que le había dado la Universidad.
"Y la pusieron en probation (periodo de prueba) por haber perdido esos seis meses, pero después le fue de maravilla, lo que en vez de cuatro años, tuvo que estar cuatro años y medio. Después cogió buenos grados, se graduó de International Business, pero los primeros seis meses estaba de fiesta en discotecas".
Pero lo peor, dijo a Chabán, es que a ella le gusta comer en los mejores restaurantes, algo que sumado al apartamento que le alquiló esos años y a la colegiatura, fue mucho dinero.
"Me costó un dineral eso de la Universidad porque yo no conseguí financiamiento como todo el mundo, yo tuve que pagar y eso me afectó en mi retiro, y además el costo de vida de ella en Washington".
Con 33 años de casado, a Raúl le gusta vivir bien, irse cada año a recorrer exóticos lugares del mundo con su esposa Millie y la hija de ambos, y visitar los restaurantes más exclusivos y con los chefs más famosos. Y todo eso cuesta.
"Yo no me puedo retirar porque me gusta comer y me gusta mucho viajar y no tengo dinero para retirarme porque me costó un carajo la Universidad de Mía, casi un millón de dólares".
Raúl estuvo además 7 u 8 semanas internado en una clínica en Miami que se especializa en crear una rutina de vida que ayuda a bajar de peso, pero eso también es caro y le costó entre 7 y 10 mil dólares por semana. Toda una inversión.
"Eso me costó un dineral, ese lugar no es barato", aseguró.
Por lo pronto, dijo, no planea dejar de trabajar, de hecho acaban de firmar él y Lili Estefan por varios años más en Univision, lo que le permitirá seguir comiendo y viajando a sus anchas, ahora que su hija tiene 24 años y ya trabaja por su cuenta.
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