A quienes les tocó ser espectadores de programas televisivos emblemáticos de finales de los setentas, como La Carabina de Ambrosio, quizá la nostalgia los lleve a preguntarse por personajes que se perdieron de los reflectores y de la fama, como Gina Montes.
La bailarina brasileña vuelve a ser noticia hoy, cuando medios mexicanos reportaron su muerte debido a un cáncer, al parecer de 71 años aunque otros afirma que acababa de cumplir 80.
Cómo no recordar a esa exuberante mujer que supo poner su sello con tan sólo una palabra y una risa característica durante 7 años. Luego desapareció y no se supo más de ella, hasta que la realizadora de documentales, Melissa Saucedo, la entrevistara en 2016 para un documental que compartió hace apenas tres años en YouTube.
En la entrevista de la también productora de medios, se ve a Regina Inés Barbosa Govea, narrando al borde del llanto el por qué dejó México, La Carabina de Ambrosio y su pasión más grande: el baile.
"Me enamoro y esa persona viene para Nueva York y en uno de esos viajes me doy cuenta que estoy embarazada, para mí fue la gloria, mi premio más grande como persona, como mujer y de un hombre del que estaba inmensamente enamorada", contó Gina Montes con un semblante brillante que de a poco se fue opacando.
"Al regresar a Nueva York tengo sangrado y me dice el doctor: 'Usted ya no puede viajar, porque si viaja va a perder su criatura', y tengo que tomar una decisión", y soltó el llanto al recordar que tuvo que quedarse en aquella ciudad y perder lo que había logrado profesionalmente.
"Es que mi carrera era todo para mí, todo, fue muy difícil, fue muy doloroso dejar todo atrás y no me arrepiento. Lloro porque extraño mi público, las luces, el escenario, porque es parte de mi raíz; pero al mismo tiempo no hay arrepentimiento porque tengo una hija tan maravillosa, es una niña bella, inteligente, me ha dado satisfacción", aseguró.
En 1987 nació su hija Judith Teresa Macías, a quien Gina tuvo que sacar adelante sola en Nueva York luego de separarse de su pareja, el músico Carlos Macías. Y es que al permanecer durante los 9 meses de embarazo en aquella ciudad, perdió el permiso de trabajo que tenía en México.
"A ninguna mujer le gusta ser engañada. Me separé cuando mi hija tenía un año, quedo sola, sin hablar inglés, sin tener carrera, sin tener familia, sin saber hacer nada, lo único que yo sabía hacer desde los 7 años para ganar dinero era bailar, cantar, actuar y estar en un escenario. Y en Nueva York no podía empezar en eso".
Gina, entonces, le dio el sustento a su pequeña haciendo lo que podía percibiendo una ganancia que apenas le alcanzaba para pagar un techo en donde vivir.
"Trabajé en un day care, fui bordadora, chofer y limpié casas. Ganaba como 1 dólar la hora, apenas para pagar la renta, pero estaba con mi hija".
Pero el cambio más grande de su vida aún estaba por llegar, pues un accidente automovilístico le quitó por varios años la esperanza que le quedaba de volver a bailar, al perder momentáneamente uno de sus pies.
"Cuando mi hija tenía 2 años tuve un accidente de carro y ahí sí mi vida cambió total, porque hasta entonces yo seguía siendo bailarina, no como profesión, pero yo era bailarina en mi casa.
"En ese accidente de carro se me cortó el pie. Cogí ese pie en la mano y me lo ponen, me lo cosieron, y el doctor me dice que no vuelvo a caminar. Salgo del hospital en una silla de ruedas y me quedo por mucho tiempo (en silla de ruedas), como 2 o 3 años.
"En ese momento hay un cambio de mi vida tan fuerte, que yo tengo que reinventar una persona; de ser bailarina, me veo en una silla de ruedas, entonces ahí viene la lucha con mi práctica budista de volver a caminar y con mis oraciones, con mi fe, con mi fuerza volví a caminar y ya después usé mi taconcito y me encanta", contó orgullosa.
Así, aquella mujer sensual de 34 años que no hablaba bien español en 1978, pero que se inmortalizó con su "denankiu, ah! ah! ah!", al lado de Beto "El Boticario".
Gina pasó a formar parte de la cultura pop mexicana con su bailable de 40 segundos que daba entrada y salida al programa La Carabina de Ambrosio, conducido por César Costa acompañado de Alejandro Suárez, Chabelo, Gualberto Castro y Paco Stanley.
"Yo salía en La Carabina un segundo para decir mi 'denankiu'. Iba con el modisto, quiero que me haga esto y aquello, mis botas y mis pelucas, me preparaba tanto la semana entera nomás para decir eso, porque yo quería brillar.
"No me importaba si fuera un segundo, una hora, un minuto, yo quería que me vieran, quería dar todo; para mí era una gran producción, porque era el momento que yo tenía para darme a mi público", dijo.
Sin embargo, la vida le tenía preparadas otras lecciones fuera de los escenarios y que hoy la hacen valorar cada respiro.
"La vida no es belleza, la vida no es dinero, la vida es amor, es pasión, es ganas de salir adelante, mientras uno pueda respirar y tener vida uno tiene todo. Un minuto de vida vale más que cualquier cosa, así que vamos a vivir felices, complacidos, con ganas, con esperanza", concluyó.
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